Hablamos de seguridad. Pero también de dinero, porque si sigues estos consejos ahorrarás a largo plazo. Para cuidar tus neumáticos no basta con comprobar la presión de año en año o de relevar los de verano por los de invierno, o viceversa, en el momento recomendado. Los sistemas TPMS resultan de gran ayuda en el día a día, pero no nos ahorran comprobar el estado de las gomas con regularidad, que debemos llevar a cabo una vez el mes y siempre que haya que transportar cargas pesadas.
LA PRESIÓN, ANTE TODO
Un neumático correctamente hinchado permitirá siempre un mejor control del vehículo. Lo protege de desgastes prematuros (y de los costes que de ello se derivan) y del riesgo de pinchazos o pérdidas de presión. Vale la pena recordar que la presión de inflado adecuada la indica el fabricante en el manual del propietario. Ignora consejos de supuestos expertos y teorías insustanciales (como que una mayor presión contribuye a reducir el consumo de combustible). El valor ideal es el que marca el manual y debes respetarlo.
ROTACIÓN DE EJE
Si cuidas bien tus neumáticos deberás intercambiarlos de eje cada 15 o 20.000 km. Hay quien dice que debe introducirse la rueda de recambio en esta rotación, pero esta apreciación es errónea –eso sí, debes siempre asegurarte de que esté siempre en perfecto estado por si surge una emergencia. La rotación de las cubiertas ayuda a aumentar su vida útil y, cuando llega el momento, permite reemplazar el juego completo. Con ello se garantiza que las prestaciones de tu coche estén siempre equilibradas. Esta operación es obligatoria para los neumáticos todo tiempo que no se relevan estacionalmente. También abren una opción de oro para realizar una detallada comprobación. ¡Y no te olvides de las válvulas de inflado!
GUARDARLOS CORRECTAMENTE
La importancia de un correcto almacenaje una vez se han retirado del coche suele subestimarse. Los talleres especialistas cuentan con áreas especialmente habilitadas para ello, pero si lo deseas puedes hacerlo tú mismo en tu garaje o trastero. Eso sí, en tal caso, te recomendamos que tengas en cuenta algunas precauciones por el bien de las gomas. La señal más habitual de un incorrecto almacenamiento es la presencia de grietas en la superficie. También debes vigilar el entorno, eliminando todo resto de aceite, gasolina u otras sustancias, y guardar las cubiertas en un espacio seco, ventilado y frío, protegido de la luz solar y los elementos. La ubicación también debe alejarse de productos químicos, disolventes o hidrocarburos, y fuentes de calor, cuerpos incandescentes o materiales capaces de provocar chispas o descargas eléctricas, y también de elementos que produzcan ozono (transformadores, motores eléctricos o equipos de soldadura, entre otros). Una vez más, puede parecer una recomendación obvia, pero no lo es. Los neumáticos deben también apilarse cuidadosamente, sin elementos pesados en la parte superior, ya de este modo pueden sufrir deformaciones, especialmente si se guardan sin llanta. Por último, un truco tan útil como elemental: haz una señal a tus neumáticos con tiza u otro material que se pueda borrar con facilidad, detallando si se trata del neumático derecho o izquierdo y en qué eje rodaba. De este modo, distinguirás fácilmente el momento en que deberás montarlos de nuevo y toda la información necesaria para una precisa rotación.