Son muchos los conductores que desconocen la importancia de circular con la presión de neumáticos adecuada tanto cuando hace frío como cuando llega el verano. Y ya que la temperatura ambiental tiene una influencia en la presión, chequearla a menudo es tan importarse como hacer el cambio de armario cuando se acerca un cambio de estación.
Por norma general, la presión del neumático desciende en invierno y aumenta en primavera y verano. ¿Qué significa todo esto? Significa que, en las estaciones cálidas, el aumento de la temperatura ambiental afecta a la presión de la cubierta, que podría estar fácilmente por encima del valor recomendado por el fabricante del coche en el manual del vehículo. En la estación fría, en cambio, ocurre lo contrario, y el valor tiende a estar por debajo de la referencia correcta.
No te pases de presión
El sobreinflado que provoca el calor puede conducir a un desgaste irregular de las ruedas (principalmente en el centro de la banda de la rodadura), menor agarre y una peor experiencia de conducción.
Ante todo, debemos hacer caso a los consejos del fabricante, que establecen diferentes índices de presión en función de la carga del vehículo. La referencia estándar se recomienda, por norma general, para el mejor confort de conducción. En caso de realizar un viaje con pasajeros y equipaje se aconseja incrementar la presión (de nuevo, siguiendo las recomendaciones del manual del vehículo). Por ejemplo, si la referencia estándar en un utilitario es de 2,2-2,1 bar para los ejes delantero y posterior, respectivamente, cuando viajamos solos, en caso de afrontar un trayecto con cinco ocupantes y maletas, el fabricante nos invitará a elevar ese valor a entre 2,5 y 2,8 bar.
La rueda de repuesto debe inflarse a 2,6 bar. Si excedemos este valor de presión podemos comprometer la estabilidad y el confort cuando nos toque utilizarla (los neumáticos ayudan a filtrar las irregularidades del asfalto cuando no están sobreinflados). Eso sí, ten en cuenta que cada fabricante sigue sus propias recomendaciones, por lo que te invitamos a seguir a pie juntillas los datos que indica el fabricante en el manual del vehículo.
Errores a evitar
Si detectas que la presión del neumático es demasiado alta, atención. Antes de actuar, sigue estas simples reglas:
Regla número uno: la presión de los neumáticos debe medirse en frío. Para ello el coche debe permanecer estacionado durante al menos dos horas (en una zona de sombra) o haber rodado durante menos de 3 km a baja velocidad. Regla número dos: en caso de emergencia la presión puede ajustarse con los neumáticos calientes añadiendo no más de 0,3 bar en relación al valor de presión ‘en frío' que especifica el fabricante. Eso sí, no conviertas este recurso en un hábito en ningún caso y comprueba después la presión cuando las cubiertas se enfríen. Regla número tres: inflar los neumáticos con nitrógeno no te ahorra las comprobaciones regulares de presión. Este gas reduce los riesgos de pérdida de aire, pero no lo solventa completamente.