Han pasado más de ciento treinta años desde que Karl Benz cubrió los primeros metros a bordo de su Patent Motorwagen, el primer automóvil de la historia con motor de combustión interna. Desde entonces, los coches y su industria no han dejado de evolucionar, impulsados por el ingenio de técnicos cuyas innovaciones han revolucionado el sector del transporte y, de rebote, nuestro día a día. Recogemos a continuación cinco invenciones que han ayudado a dar forma a los vehículos tal y como los conocemos hoy día.
El motor eléctrico
La imparable evolución del coche eléctrico como alternativa sostenible al motor de combustión podría hacerte pensar que este tipo de propulsores son de invención reciente. Nada más lejos de la realidad.
De hecho, en los inicios de la historia del automóvil, la gran mayoría de coches eran eléctricos. Grandes inventores como Planté o Edison habían patentado la tecnología necesaria para el desplazamiento del vehículo –a saber, una batería de plomo recargable unida a una mecánica de corriente continua. Claro que, en aquella época, antes del ascenso meteórico de los motores de explosión de inicios del siglo XXI, era más fácil construir un coche eléctrico.
A finales del siglo XIX, las prestaciones de los motores eléctricos eran muy superiores a las de cualquier alternativa de gasolina. En 1899, el Jamais Contente, construido por la Compagnie Internationale des Transports Automobiles de París, se convirtió en el primero en superar los 100 km/h… y era 100% eléctrico.
El limpiaparabrisas
La idea (trivial a ojos de hoy día, pero revolucionaria en su época) de adherir una esponja a un brazo mecánico articulado para retirar del parabrisas las gotas de agua o los copos de nieve se la debemos a la viticultora Mary Anderson.
En invierno de 1903, Anderson se veía obligada a viajar a Nueva York en taxi. A menudo, cuando, durante el trayecto, llovía o nevaba, el conductor se veía obligado a parar cada cierto tiempo para limpiar el parabrisas, una incomodidad que afectaba a la comodidad del viaje… y aumentaba notablemente el precio de la carrera.
A su regreso en Alabama, Mary Anderson ideó una especie de palanca mecánica capaz de reemplazar el trabajo manual. Acababa de nacer el limpiaparabrisas. Sin embargo, debieron pasar 15 años antes de convertirse en un componente estándar para todos los coches.
La transmisión automática
Las cajas de cambio automáticas han experimentado numerosas evoluciones a lo largo de la historia que las han llevado a convertirse en una alternativa cada vez más habitual en España y Europa, hasta el punto que quienes las prueban ya no vuelven a la transmisión manual. ¿Ocurrirá como en Estados Unidos, donde son la opción preferida desde los años cuarenta del siglo XX?
Aunque el mercado estadounidense ha sido el que mejor ha aceptado el cambio automático, esta invención no es americana. Se la debemos a Elio Trenta, un ingeniero italiano de Città della Pieve, en Perugia, que patentó en 1931 una caja automática de cambio progresivo. Su primer destino fue el fabricante Fiat, que la instaló en uno de sus coches de pruebas y realizó algunos ensayos, antes de acabar descartándola por el incremento de consumo y la reducción de potencia asociados.
Ante la incapacidad de dar salida a su invención en Italia, Trenta vendió la patente a la compañía estadounidense Oldsmobile, que empezó inmediatamente a producirla de forma masiva en los años cuarenta.
El airbag
Cuando el ingeniero industrial, John W. Hetrick, empezó, en 1952, las pruebas del prototipo del airbag en la mesa de la cocina de su casa, no tenía ni idea de la cantidad de vidas que acabaría salvando. Registró la patente justo al año siguiente.
De inicio, este elemento de seguridad no tuvo buena acogida. Claro que no podemos obviar que la importancia de la seguridad vial era entonces la última de las preocupaciones de marcas, conductores y organismos reguladores, como prueba el hecho que hasta los años ochenta no se hizo obligatorio el uso del cinturón de seguridad…
De vuelta al airbag, el primer coche en equiparlo fue el Oldsmobile Toronado, un coupé de dos puertas, lanzado en 1973. Esta tardía adopción reduciría sensiblemente los ingresos del Hetrick, cuya patente expiró a inicios de los setenta, poco antes de que General Motors y otros fabricantes empezaran a instalar masivamente airbags en sus modelos.
El control de estabilidad
Al igual que los limpiaparabrisas, la invención del control de estabilidad (ESC o ESP) deriva de una experiencia personal. El ingeniero de Mercedes, Frank-Werner Mohn, estaba probando modelos del fabricante automovilístico alemán sobre nieve a finales de los ochenta cuando perdió el control y acabó en una zanja.
Tras el accidente, Mohn y Mercedes empezaron a estudiar la creación de un sistema electrónico que ajustara la potencia del motor y de los frenos de forma separada, con diferentes intensidades, para estabilizar el vehículo en situaciones de subviraje y sobreviraje. Los primeros modelos en equipar de serie este componente fueron los Mercedes S600 y el BMW serie 7 a mediados de los noventa. Su despliegue masivo llegaría en 1997 de la mano del Mercedes Clase A.
El control de estabilidad ha mejorado notablemente en los últimos 20 años y se ha convertido en un elemento de seguridad fundamental. De hecho, desde hace una década, la Unión Europea ha convertido a este elemento en obligatorio en todos los nuevos vehículos fabricados.