Los hay capaces de circular sin emisiones durante centenares de kilómetros, algunos metros o ninguno en absoluto. He aquí las principales diferencias entre las tres tipologías de sistemas de propulsión híbrida que se pueden encontrar en el mercado. La clave radica en su capacidad de independizarse, total o parcialmente, del motor de combustión tradicional, lo que se traslada a las abreviaturas: PHEV (híbrido enchufable), HEV (híbrido a secas o full hybrid) y MHEV (microhíbrido o híbrido ligero). Estudiémoslos uno a uno desde la perspectiva técnica.
MICROHÍBRIDOS (MHEV)
La hibridación ligera lleva varios años en el mercado en forma de diferentes soluciones. La electrificación de estos vehículos se basa en un motor eléctrico que actúa de arrancador del propulsor térmico convencional y ayuda a mejorar su respuesta inicial cuando iniciamos la marcha con un ‘empujoncito' en forma de inyección de par. Desde un punto de vista técnico, estos modelos no ruedan jamás sin emisiones, pero la hibridación tiene un impacto favorable a nivel de reducción de consumos de combustible y emisiones. La principal ventaja de los MHEV es su fácil asociación a mecánicas gasolina, diésel e incluso GLP/gas natural.
Su principio de funcionamiento es sencillo: dan un ‘empujón' en arrancada y recuperan energía cuando se decelera o frena. El sistema se puede apoyar en un sistema eléctrico convencional de 12 voltios o bien recurrir a un circuito secundario de mayor voltaje (48 voltios). En este último caso, la intensidad de la corriente puede reducirse, pero contando con uno o varios motores eléctricos cuatro veces más vigorosos. Además, el cableado es menor y puede contarse con baterías de litio específicas para el sistema híbrido, que está completamente segregado de la batería convencional de 12 voltios.
VEHÍCULOS HÍBRIDOS (HEV)
Existen cinco plataformas híbridas distintas, cada una con sus propias abreviaturas para distinguir las diferentes interacciones entre sus componentes. Uno de los errores más comunes es definir un híbrido eléctrico como simple vehículo “dual drive” (o de doble tracción). En realidad, estos automóviles cuentan con un sistema de generación de energía a bordo capaz de utilizar la fuerza cinética del motor de combustión interna para la tracción y también convertirla en electricidad para animar un propulsor de inducción, capaz de mover las ruedas por sí solo en algunos casos. En resumen, en lugar de poner el propulsor convencional en el centro, este sistema integra un ecosistema mecánico complejo que va inclinándose cada vez más hacia las soluciones que priorizan la tracción eléctrica. Mientras los primeros híbridos se basaban principalmente en una estructura en paralelo, la generación siguiente ha evolucionado a favor de una tracción que procede, en exclusiva, del motor eléctrico –el único conectado a las ruedas–, con el de explosión trabajando a modo de generador de energía almacenada en las baterías. Los híbridos en serie o paralelo, que tienen una mecánica térmica que da tracción a las ruedas y que puede producir corriente eléctrica, se encuentran entre estos dos extremos.
HÍBRIDOS ENCHUFABLES (PHEV)
¿Cómo puede aumentarse la autonomía circulando con cero emisiones de un coche híbrido? Fácil. Basta con mejorar su parte eléctrica, incrementando la capacidad de sus baterías y dando la opción de carga usando la red. El crecimiento de los híbridos enchufables (o híbridos plug-in) está siendo meteórica. Muchos de los fabricantes, de hecho, han llegado a pasar por alto el híbrido convencional para centrarse, en exclusiva, en la producción de PHEVs. Esto podría significar que siguen caminos distintos a las marcas que han optado por compaginar las dos fórmulas utilizando elementos comunes.
Los híbridos enchufables se han diseñado expresamente para aumentar la autonomía eléctrica igual o por encima de los 50 km, lo que se debe a paquetes de baterías que van del estándar de 1,5 kWh de capacidad a los de 18,1 kWh. Estos últimos multiplican la capacidad de los primeros por 13, pero también son más grandes y pesados. En consecuencia, las soluciones PHEV se limitan a modelos de tipo medio o grande, y tienen un gran impacto en el precio final.
Otro aspecto relevante es la lógica de gestión del software, que debe permitir cambiar del modo híbrido a eléctrico cuando se accede a zonas con la circulación restringida, habituales ya en muchas ciudades. Para ello, debe gestionarse con precisión quirúrgica la carga de la batería. Por último, en soluciones realmente avanzadas se permite al motor de combustión interna cargar la batería al tiempo que proporciona tracción a los neumáticos, liberando al coche de su propio concepto plug-in y esquivando la necesidad de buscar una estación de recarga o de regresar al garaje de casa.