La caída de la nieve es una fuente de felicidad y alegría… que pierde enteros si nos toca ponernos al volante. Pero calma. Hemos resumido algunas reglas a seguir y un pequeño listado de errores a evitar para aquellas personas menos acostumbradas al clima invernal:
Los neumáticos
Montar neumáticos de invierno no es obligatorio en España, salvo que lo indique la autoridad competente a consecuencia de las condiciones en una determinada carretera. ¿Quién no ha escuchado en TV o radio la obligatoriedad de montar cadenas? Pues este engorroso elemento puede relevarse por unos neumáticos preparados para estas circunstancias: los que incluyen en sus flancos el pictograma invernal 3PMSF (que representan una montaña de tres picos con un copo de nieve). Los encontrarás en las cubiertas de invierno, las que mejor agarre ofrecen en la estación fría en cualquier condición, y los todo tiempo (All Season), que también se defienden a la perfección Si tu coche equipa cubiertas de verano, mejor no aventurarte por carreteras nevadas o frías.
Retira la nieve de tu coche
Despejar el parabrisas de nieve es lo más importante, claro, pero guarda algo de tiempo para limpiar también las ventanillas laterales. Te recomendamos también retirar la nieve y el hielo del techo con una escoba suave. De lo contrario, estos elementos caerán sobre el parabrisas o la luna trasera en una maniobra de frenada, o bien impactarán con los vehículos que circulan tras de ti. En caso extremo de que tu coche haya quedado bloqueado en una gran acumulación de nieve, usa la pala para retirarla antes de plantearte conducir.
No hagas maniobras bruscas
El primer error a evitar es conducir de forma agresiva. Sobre nieve, mejor hacerlo todo fácil, con suavidad. El agarre en esta superficie es bajo, así que lo primordial es utilizar el volante sin brusquedades. Del mismo modo, acelera y frena con cautela. Si las ruedas patinan al arrancar, cambia a segunda marcha con rapidez desembragando con suavidad. Cuando hayas ganado velocidad, intenta mantenerla de forma constante, sin detenciones bruscas. Ah, y circula siempre que puedas en marchas altas.
Cuesta arriba...
Para conducir por pendientes nevadas en ascenso, engrana primera o segunda y acelera con confianza, pero sin excesos, y tratando de no perder velocidad. En tal caso, sigue acelerando con firmeza aunque las ruedas patinen; deja que los controles de tracción electrónicos hagan su trabajo.
...y cuesta abajo
En esta situación, la clave es el freno motor. Uno de los errores más comunes cuando se conduce sobre nieve es frenar igual que sobre asfalto seco. Lo más recomendable es bajar de marcha para reducir la velocidad de forma anticipada y, cuando llegue el momento de pisar el pedal de freno, hacerlo con suavidad y, siempre que sea posible, con las ruedas rectas. Si se desciende un puerto de montaña con muchas curvas cerradas, lo mejor es rodar en marchas bajas –en segunda, por ejemplo–, y frenar con cuidado antes de entrar a las curvas, reducir a primera si es necesario y negociar los virajes con una trazada limpia dentro de nuestro carril.
Mantener la distancia de seguridad
Si está nevando, la distancia de seguridad respecto a otros vehículos debe ser mayor. Las frenadas se alargan en estas condiciones, por lo que el riesgo de colisiones por impacto es elevado. También te recomendamos reducir la velocidad, puesto que, aunque en línea recta no notarás apenas cambios, a la que debas maniobrar para evitar un obstáculo o una curva descubrirás el reducido agarre a disposición.
Atención a los coches que tienes delante
Sonará trivial, pero debes fijar bien la vista en los coches que te preceden para descubrir los puntos críticos de la carretera. También es crucial avanzarse al comportamiento de esos conductores. Si descubres que van a detenerse, indican que van a apartarse a un lado o van a efectuar algún tipo de maniobra, reduce el ritmo y, si es necesario, detente.
Sobre nieve, no te fíes de las roderas
Otro error a evitar es seguir las huellas que dejan otros vehículos, puesto que restringe tu movimiento. Si la capa de nieve es profunda, y a no ser que equipes neumáticos todo tiempo o de invierno, monta inmediatamente cadenas y avanza a ritmo reducido.
Montar cadenas
Cada modelo de cadenas para la nieve tiene su propio protocolo de montaje, así que mejor descubrirlo en el garaje de casa antes de partir que detenido en la carretera en plena emergencia y a temperaturas bajo cero. En todo caso, desenreda las cadenas primero y extiéndelas en el suelo, pasa sobre ellas con las ruedas delanteras y cierra el anillo semirrígido con el cierre rápido. Luego extiende la parte de la malla sobre la banda de rodadura, pásala por el lado exterior de la rueda y asegúrala al final para que quede firme. Recuerda retirar las cadenas cuando llegues a la primera parte despejada de nieve de la carretera, porque en caso contrario podrías dañar el asfalto y el propio neumático.
Atención al hielo
El hielo es un obstáculo aún más traicionero que la nieve porque, a menudo, es invisible. Se forma con el paso de las quitanieves si es que éstas no han arrojado sal, o bien días después de la nevada –normalmente por la noche, cuando el agua del deshielo se congela, formando las típicas capas de color negro brillante sobre el asfalto. Si ves que en algún punto puede haber hielo, lo único que puedes hacer es reducir la velocidad y evitar pisar el pedal de freno. En tales situaciones, contar con unos buenos neumáticos de invierno puede resultar de gran ayuda.