Los monoplazas de Fórmula 1 llevan utilizando llantas de 13 pulgadas desde hace más de 50 años. Para un deporte que se vanagloria de la mayor deportividad, esta frase no deja de ser un tanto sorprendente. Pero, por fin, desde 2022 las ruedas pasarán a ser mayores. Mucho más grandes, de hecho. La categoría reina del automovilismo adoptará un look completamente nuevo, gracias a un paquete de medidas técnicas llamadas a revolucionar el deporte y hacerlo, si cabe, mucho más entretenido. A continuación, los primeros secretos de la próxima generación de neumáticos Pirelli:
CAMBIOS DE DIRECCIÓN MÁS RÁPIDOS
Rodar deprisa en línea recta es relativamente sencillo. Es en las curvas donde la cosa se complica. Los nuevos neumáticos son más rígidos y permiten que una mayor cantidad de goma se mantenga en contacto con la pista. Por ello, los pilotos contarán con más agarre y será más fácil cambiar de dirección. Aunque sus predecesores ya eran bastante buenos en este capítulo, los corredores que han probado los nuevos Pirelli de 18 pulgadas afirman que la entrada a curva es, ahora, casi instantánea, lo que brinda a los monoplazas una agilidad felina, mayor a cualquier referencia pasada. Este beneficio técnico pone el acento en el piloto y sus reacciones, premiando a los más valientes y talentosos. Las nuevas gomas de 18 pulgadas son también más altas, por lo que recompensarán a los más precisos a la hora de encontrar el ápice de las curvas. Imagina dar al velocista olímpico más rápido unas nuevas zapatillas de competición con más grip y control. Esto es justo lo que ocurrirá con los 20 atletas de la Fórmula 1 a partir de 2022.
CARRERAS MÁS EMOCIONANTES
Los cambios van más allá de los neumáticos. Podemos decir que se han modificado casi todos los detalles del coche de 2022, lo que proporciona a los equipos de la zona baja de la parrilla una oportunidad de oro para recuperar terreno a los equipos dominadores o desafiar incluso el status quo. Lógico, dado que los grandes cambios en el escalafón suelen ir asociados a modificaciones importantes en la normativa –como el que nos espera el año que viene. También debería mejorar la competición en sí misma, ya que los nuevos monoplazas son menos sensibles aerodinámicamente, por lo que podrán rodar más cerca unos de otros y ofrecer unas carreras más ajustadas. En tiempos recientes, los complejos paquetes aerodinámicos creaban una nube de aire turbulento en la parte trasera de cada coche que complicaba las maniobras de adelantamiento. Los nuevos modelos producen mucha menos estela turbulenta, por lo que deberían ser más fáciles de alcanzar y superar. Los neumáticos de 18 pulgadas se han desarrollado para trabajar en línea con esta última normativa, así que los seguidores ya pueden irse frotando las manos y aguardar Grandes Premios con más acción.
UN LOOK MÁS MODERNO
Desde el punto de vista estético, las gomas ofrecen un aspecto muy distinto, con flancos más estrechos y un perfil más pequeño. Un look similar al de los superdeportivos actuales, lo que acelerará la transferencia tecnológica entre la competición y la calle. La parcela visual de las nuevas gomas se alinea con el aspecto futurista en conjunto de los monoplazas de 2022, emblema de lo mejor de la tecnología actual. Las ruedas lucirán cubiertas deportivas con el fin de reducir la estela turbulenta, además de optimizar el flujo de aire para refrigerar los frenos. Ah, y unos neumáticos más grandes permiten alojar unos frenos de mayor tamaño, lo que incide en el papel de la categoría como adalid de la tecnología y el mayor rendimiento.
MENOR DESGASTE Y DEGRADACIÓN
Los nuevos neumáticos serán más robustos, con menores índices de desgaste y degradación. Aunque esto puede implicar que la mayoría de carreras se salden con un solo pit stop, también permitirá a los pilotos atacar al máximo desde el principio al fin de cada stint, eliminando el factor gestión de la goma. Esto es, que los corredores podrán sacar el máximo partido a cada compuesto y exigir más a las gomas en carrera, lo que nos lleva a un sprint sin cesar de la salida a la bandera a cuadros. ¿No suena mal, verdad?