La industria del automóvil ha sido fundamental en el desarrollo mundial desde el inicio de la movilidad de masas, contribuyendo con aportaciones tecnológicas al progreso de la población y a la globalización. A día de hoy, a pesar de los desafíos que lanzan el medio ambiente y la crisis climática, no podemos obviar la contribución de los fabricantes de coches al futuro de la humanidad. Desde el siglo XIX, la invención del automóvil y su posterior evolución ha revolucionado ciudades y naciones al completo tanto en su planificación urbana como en su desarrollo económico y social. Hemos escogido cinco lugares simbólicos a los que regresar y observar con perspectiva contemporánea el coche moderno.
Mannheim, Alemania
El 3 de julio de 1886, el ingeniero y emprendedor Karl Benz escogió un emplazamiento no especialmente original para desvelar al mundo su Patent Motorwagen: un corto trayecto por la Ringstraße de Mannheim, ciudad situada en las cercanías de Stuttgart. De hecho, la escena fue un tanto grotesca, ya que para suplir la ausencia de un verdadero tanque de combustible utilizó a su hijo, Eugene Benz, que corría junto al coche para suministrar carburante continuamente.
Con todo, ese vehículo, registrado bajo la patente número 37.345, fue el primero de la historia con un motor de combustión interna, y merece, en consecuencia, ser considerado el primer coche moderno. Se dice que el señor Benz (cuya compañía, tras algunas fusiones, acabaría conformando la actual Mercedes-Benz) tuvo la idea de crear un medio de transporte rodado alternativo al caballo mientras circulaba en velocípedo, el precursor de la bicicleta.
Curioso es que la primera de ellas, denominada Draisina, fuera patentada por el aristócrata Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn en la misma ciudad de Mannheim. Los habitantes de esta localidad, situada en el corazón de Baden Wurttemberg y eje financiero, cultural y universitario de la zona, puede presumir, pues, de haber acogido el nacimiento de la bicicleta y el automóvil. Ambas invenciones pueden verse en el Museo de la Técnica local. Y por si esto no fuera suficiente, los parques y la animada vida nocturna serán, sin duda, otras propuestas alternativas para plantearse un fin de semana en Mannheim.
Turín, Italia
El Topolino, el Torpedo y el 1100 R son algunos de los modelos icónicos de Fiat desarrollados en el tejado del Lingotto, un revolucionario circuito inaugurado en 1923 y definido como ‘la pista en las nubes'. Turín y Fiat fueron las locomotoras de la movilidad histórica italiana, y el Lingotto evidencia la sensibilidad por el progreso y el cambio de la capital del Piamonte.
Allí donde, en el pasado, había talleres y trabajadores, hoy, gracias al proyecto de reconversión liderado por Renzo Piano, se puede disfrutar de la sede de la Feria del Libro, un auditorio, una galería de arte y muchos otros servicios. Turín sigue siendo uno de los principales centros industriales de Italia y su principal productor de automóviles, pero hoy día su oferta es mucho más rica, y abarca de las películas al arte, la gastronomía, el enoturismo, los deportes y la cultura.
Detroit, Estados Unidos
No hay lugar en el mundo donde el coche y sus innovaciones estén más ligados a la evolución de una ciudad que Detroit, Michigan, normalmente conocida como Motor City. Por supuesto, Detroit también significa Art Decó, graffitti, música (Marvin Gaye, Stevie Wonder y los Jackson Five grabaron aquí sus éxitos bajo el sello Motown) y los muchos artífices de la reconversión de esta gran urbe tras la crisis del automóvil.
Detroit acoge la sede de tres de los gigantes estadounidenses del automóvil: Ford, General Motors y FCA. No en vano, es aquí donde nace de veras la industria. Este momento se produjo en 1908 gracias a un modelo, el Ford T, lanzado apenas cinco años después de que Henry Ford fundara la Ford motor company en Mack Avenue. Se trataba del primer coche masivo de la historia, gracias su fabricación en serie en la primera cadena de montaje de automóviles de todos los tiempos.
Para experimentar el clima de permanente progreso de la ciudad, se recomienda visitar dos lugares imprescindibles: Greenfield, el distrito en el que Ford adquirió edificios como el laboratorio Edison (ambos eran amigos y fue el encargado del sistema de ignición del Model T) y el almacén en el que los hermanos Wright diseñaron el primer aeroplano de la historia, y el instituto artístico de Detroit, en el que el mexicano Diego Rivera, pareja de Frida Kahlo, pintó en los años treinta los murales de la industria de Detroit, que reflejan el legado industrial de Ford y la ciudad en general.
Coventry, Gran Bretaña
En 1896, mientras Walter Arnold recibía en Bretton Wood, al sur de Inglaterra, la primera multa por exceso de velocidad de la historia (circulaba a 6 millas por hora cuando el límite era de tan sólo 2), Henry John Lawson, procedente del mundo de la bicicleta, fundaba en Coventry el primer fabricante de coches británico de todos los tiempos, la Daimler Motor company. Casi todos los automóviles del Reino Unido proceden de esta zona, situada en el corazón de Inglaterra: de Daimler a Jaguar pasando por los históricos taxis de Londres (actualmente híbridos) y los ultrarrápidos y lujosos Aston Martin de James Bond.
Coventry fue para Gran Bretaña lo que Detroit en los Estados Unidos (de hecho, hay quien se refiere a esta localidad como el Detroit británico). Pero hay un coche concreto que une a estas dos ciudades por dos vías, y no se trata de un modelo cualquiera. Hablamos del DeLorean Dmc-12 que llevó a Doc y Marty McFly de regreso al futuro. Se fabricó en Detroit a partir de los trabajos de diseño llevados a cabo en Belfast, Irlanda del Norte, la sede europea de la compañía, con la colaboración de su departamento de compras, situado en Coventry.
Puteaux, Francia
Esta ciudad cercana a París es muy conocida por su arquitectura futurista, en concreto por su Grande Arche (o Gran Arco), un famoso complejo de oficinas construido en los años cincuenta y situado a orillas del Sena, muy cerca de París. Pero Puteaux ya estaba en el candelero desde el siglo XIX, en concreto desde 1883, cuando Jules-Albert De Dion, George Bouton y Charles Trepardoux fundaron la compañía De Dion, Bouton y Trepardoux (que, tras la marcha de este último, acabaría denominándose De Dion-Bouton).
Hablamos de uno de los primeros fabricantes automovilísticos europeos; una verdadera industria que produjo coches a vapor en sus primeros diez años, entre ellos el Marquise, el automóvil en funcionamiento más antiguo del mundo (vendido en subasta hace algunos años por casi 5 millones de dólares). Tras competir en la París-Versalles con el Marquise, en 1907, dos vehículos De Dion-Bouton dieron un paso más de la mano de dos pilotos de la marca logrando un reto aún más exigente: completar la primera edición de la Pekín-París. Eso sí, el ganador de la prueba, el Itala 35/45 Hp, había alcanzado la meta veinte días antes...