El fin del curso escolar marca el inicio para muchos automóviles de un cambio de rutina. El trayecto diario al trabajo o a la escuela se sustituye por excursiones de fin de semana a la playa o a la montaña, que preceden al gran éxodo de agosto. Días más largos y una meteorología más cálida pueden invitar a despreocuparse por el estado del coche, relegando las tareas de mantenimiento al otoño, momento en que, en muchos casos, se aprovecha para calzar las cubiertas de invierno. Pero la realidad es bastante distinta, ya que la suma de las elevadas temperaturas estivales con una superior carga de equipaje y unos desplazamientos más largos de lo habitual plantean situaciones de gran estrés para muchas partes esenciales del vehículo, empezando por los cuatro neumáticos.
Un viaje seguro empieza con los chequeos que deberían realizarse, al menos, una vez al mes, pero que suelen descuidarse. En materia de neumáticos hablamos de inspecciones que, no por simples o rápidas, deberían aplazarse o ignorarse. Aquí no hay sitio para bricolajes o DIY, si es que cuenta con experiencia en la materia, así que le aconsejamos acudir a su taller especialista para una revisión completa. Y es que sólo con el vehículo en el elevador se pueden apreciar mejor los posibles defectos en zonas como el interior de las cubiertas, parte que permanece escondida cuando el coche rueda en carretera.
¿Por qué acudir al especialista de neumáticos? El objetivo es identificar cualquier clase de anormalidad en las cubiertas: cortes, ampollas o grietas, que en situación de elevada carga pueden conducir a situaciones extremadamente peligrosas. El profesional del taller también se asegurará de que las válvulas se encuentran en buenas condiciones y las reemplazará si es necesario, evitándole el trance de quedarse detenido en medio de la carretera con una cubierta sin aire. Repase con atención el desgaste de la banda de rodadura, que por cierto no debería medir en un único punto, sino en diferentes partes a lo largo y ancho de la circunferencia, a fin de detectar errores en la alineación o en la presión de hinchado.
El desgaste de los neumáticos es importante, especialmente si tiene previsto realizar un viaje largo. No demore el reemplazo de las cuatro cubiertas si el testigo se encuentra cerca del límite. Esto es, no espere a llegar a los 1,6 mm de dibujo remanente (el mínimo permitido por la reglamentación) para sustituir los neumáticos, y hágalo cuando estén en los 3 mm. En caso contrario, crecen los riesgos en caso de tormenta veraniega, situación en el que se alargarán las distancias de frenada y elevará el riesgo de aquaplaning, con lo que ello conlleva a nivel de control de la dirección.
Otro detalle que no debe ignorarse es la comprobación de la presión de hinchado. Esta operación debe realizarse siempre en frío, antes de ponerse en marcha, ya que la fricción generada por el peso y las elevadas temperaturas ambientales alteran los valores tras apenas unos kilómetros. La presión debe ser siempre la recomendada por el fabricante, atendiendo siempre las condiciones de carga previstas. Estas referencias se pueden consultar en el manual del propietario y en unas pegatinas situadas en el umbral de la puerta, el depósito de combustible o en la guantera, según el modelo. Si el coche cuenta con rueda de repuesto, no olvide repetir el procedimiento, asegurándose que su presión es la adecuada (en ese caso será más elevada que las de las otras cubiertas).
Finalizado el chequeo de los cuatro (o cinco) neumáticos, llegará la hora de hacer lo propio con los fluidos del motor: líquido refrigerante, aceite y agua del lavaparabrisas. Rellénelos si es preciso. Acto seguido repase el estado de todas las luces, incluyendo las de frenada y las de la placa de matrícula.